La casa en las colinas - Dos meses y medio de trillizos
El sol de la mañana se colaba por las persianas, iluminando motas de polvo que danzaban en el aire como hadas perezosas. Isabella, con Lucía Emilia dormida sobre su pecho después de la toma de las seis de la mañana, dejó que su mente vagara por las últimas cuatro semanas. Un mes. Tan solo un mes desde aquella tarde en el salón donde las palabras, duras y necesarias, habían derribado el muro final entre ellos.
Una sonrisa tranquila, cargada de una paz que no sentía desde antes del embarazo, se dibujó en sus labios. No había sido un mes fácil. Los cólicos de Mateo Benjamín habían puesto a prueba sus nervios más de una noche, con los tres turnándose para mecerlo en brazos, cantarle canciones sin ton ni son y probar cada posición conocida por la humanidad para calmar el dolor de su pequeño estómago. Elías León, por su parte, había decidido que la noche era el momento perfecto para largas conversaciones en forma de gorgoritos y patale