El ambiente íntimo de la habitación, cargado del susurro de los recién nacidos y las voces bajas de los nuevos padres, se vio súbitamente invadido por un torbellino de emoción contenida. La puerta se abrió sin ceremonias, revelando a dos figuras que irradiaban ansiedad y alegría desbordante: la abuela Asper, con sus ojos vivaces brillando como estrellas y un ramo de flores silvestres temblando en sus manos, y Mary, con la compostura apenas sostenida, las manos entrelazadas sobre el pecho y los ojos húmedos.
Asper Emer Entro como una ráfaga, voz temblorosa de emoción
— ¡¡Mis niños!! ¡¡Mis tesoros!! ¡Déjenme verlos! ¡Dios mío, son tres! ¡Tres bellezas! —Se llevó una mano dramáticamente al corazón, mirando el carrito y luego a Isabella en la cama.
Mientras que Mary,Más contenida, pero con una sonrisa que iluminaba su rostro y lágrimas resbalando libremente
— Bella... —Se acercó directamente a la cama, besando la frente sudorosa de su amiga con infinita ternura— ¿Estás bien, amor? ¿Y ello