Mientras Owen y Mary organizaban el traslado de los bebés a los coches y Isabella descansaba en una silla de ruedas con Lucía Emilia en brazos, Jacob tomó suavemente del brazo a su madre y la llevó a un rincón tranquilo del pasillo, lejos de oídos curiosos. Su expresión era una mezcla de incredulidad y profunda gratitud.
Jacob bajando la voz, mirando fijamente a su madre
—Mamá... esa casa de vacaciones en las colinas. La que mencionaste como si siempre hubiera estado ahí, esperándonos... ¿Cuándo la compraste exactamente?
Asper no se inmutó. Una sonrisa pequeña, cargada de astucia y algo de ternura, jugueteó en sus labios. Sus ojos, tan vivaces como los de su hijo, lo sostuvieron sin vacilar.
Susurrando, con un brillo de complicidad
—Desde el mismo día que Bruno me confirmó dónde estaba Isabella. Hace... ¿cinco semanas?—Hizo una pausa, viendo la comprensión mezclada con conmoción en el rostro de Jacob— Sí, cinco semanas y dos días. . Cuando supe que estaba aquí ... supe que necesitarí