Marina
A pesar de todo el peso y la confusión que traigo encima, debo admitir que conseguí descansar y por eso me he levantado mucho más activa y lista para ir a ver a Daniel al hospital y preguntar si ya puedo traerlo a casa.
Por eso estoy sirviendo dos tazas de café mientras Clara termina de recoger todo de la sala que ensuciamos la noche anterior, aún nos falta una hora para que habiliten las visitas, mi amiga empieza a caminar hacia la barra de la cocina en dónde estoy, pero no alcanza a dar dos pasos cuándo suena el timbre de la casa.
Al escucharlo me tenso y los recuerdos del día del secuestro llegan a mi mente, tengo que cerrar los ojos y empezar a contar lentamente en la mente para calmarme, pero incluso siento como me están temblando las manos y la respiración se me ha empezado a acelerar.
—No son ellos—me digo—Ya estoy afuera, no son ellos…
—¡Marina!—la voz de Clara se filtra en mi mente y cuando abro los ojos me encuentro con su mirada preocupada enfrente de mi.
—Lo siento…