Marina
Estaba tan concentrada en la conversación de Salvador y la lagarta que olvidé por completo guardar mi celular en el bolsillo.
Y es por eso que cuando vibra sobre el mesón de la cocina me sobresalta por completo. Me giro rápidamente y veo el nombre iluminado en la pantalla: Federico Montenegro.
Trato, juro que trato de moverme con una rapidez inhumana oara evitar el hombre enfrente mio veo el remitente, pero antes de que pueda reaccionar, una sombra se cierne sobre mí. No tengo que ser bruja para saber de quién se trata: Salvador.
Se queda mirando el teléfono con el ceño fruncido, sus ojos oscuros recorriendo la pantalla con intensidad peligrosa, antes de lentamente inclinar el rostro y llevar esos ojos juzgadores hacia mi.
—¿Por qué demonios mi primo te está llamando? —su voz es baja, pero tensa, afilada como una hoja lista para cortar.
Sé que sin importar la respuesta que de, esto va a ser una pelea segura, porque cuándo este hombre quiere puede ser totalmente irracional, en o