Capítulo largo, bellezas!!! ¿Alguna sospechaba algo? Las leo, muaaaak
MarinaSiento que estoy congelada.Es como si el tiempo estuviera pasando pero yo no fuera parte de él, soy consciente que nos montamos en el auto, creo incluso que Salvador me está hablando, pero no puedo atender a lo que me dice, no cuando mi mente es un torbellino ahora mismo.No sé cuándo exactamente empiezo a sentirme tan… vacía.Solo sé que cuando cruzamos la puerta de la mansión, algo dentro de mí se quiebra. Siento los pasos pesados, el cuerpo entumecido y un nudo en la garganta que me arde con cada respiración. Salvador no me suelta la mano, pero ni siquiera eso consigue calmar el temblor que me recorre por dentro.Todo lo que dijo Meyer sigue repitiéndose en mi mente como un eco cruel.Joseph es tú tío.Meyer.. Meyer me conocía, al igual que Renata, siempre supieron quién era.Joseph odia a Salvador...Me culpa también a mi.—¿Marina? —La voz de Clara me saca del letargo apenas cruzamos el salón.Levanto la mirada y no sé que es lo que Clara ve, pero no debe ser bueno porque
MarinaSalvador se queda paralizado al escucgarme. Parpadea. Parece que no entiende del todo. Así que acerco mi mano a su rostro, lo acaricio, lo miro como si pudiera decirlo todo sin palabras.—La bebida puede acabarse mañana, el mundo también. Pero yo… yo quiero esto. Quiero a ti. Ahora.Sus ojos se oscurecen. Su mano cubre la mía. Su aliento se vuelve más pesado.—¿Estás segura? No quiero aprovecharme que estés vulnerable, nena. Puedo esperar, lo haría toda una vida si me lo pidieras.Oh amado padre, ¿Cómo podría no estar enamorada de este hombre? Cómo no podría necesitarlo y desearlo con cada fibra de mi ser. Sus palabras solo hacen que esté más segura de lo que quiero.—Lo sé, pero no quiero esperar una vida, no quiero esperar un día más, porque… porque no tiene sentido hacerlo, yo te perdoné desde el instante en que ví que fuiste por mi y supe que estaba enamorada incluso antes de que eso pasara —respondo sin dudar y escucho como él inhala con fuerza.Es la primera vez que le
SalvadorDespertar con Marina en mis brazos nunca va a dejar de sentirse como mi momento de paz. Es como si ella fuera un refugio, un lugar seguro, aún cuando ahora mismo sé que yo debería serlo para ella.La observo dormir por unos minutos, con su rostro relajado y su cuerpo enredado con el mío, como si estuviéramos hechos para encajar así. Pero entonces su ceño se frunce y su cuerpo tiembla un poco. Una pesadilla. Probablemente reviviendo la conversación con Meyer, la maldita revelación que la dejó hecha trizas.La abrazo un poco más fuerte y susurro su nombre. Se remueve, abre los ojos y, al verme, deja salir un suspiro tembloroso antes de esconder el rostro en mi cuello y entonces inclina el rostro todavía somnoliento hacia mi y su mirada, joder, su mirada me desarma y me remueve de una forma que nunca he sentido antes.—¿Un mal sueño?—le pregunto en un susurro y ella vuelve a aferrarse a mi y el hecho de que no tenga nada de ropa debajo de las sabanas hace que mi cerebro vaya de
DanielA veces siento que soy un mueble en esta casa. Uno de esos que nadie quiere tirar porque es bonito y costó caro, pero que ya no sirve para nada. Así me siento ahora. Inútil. Invisible. Como si todos tuvieran un papel en este maldito juego y yo solo estuviera… existiendo.Alex, Salvador, Joaquín, Federico, incluso Clara. Todos hacen algo. Todos ayudan. ¿Y yo? Estoy atrapado en mis propios demonios, asustado de que alguien mire demasiado profundo y vea lo que intento esconder. Porque aunque no lo diga en voz alta, estoy aterrorizado. Por Marina, por Salvador, por Joaquín. Por mí.Y entonces mi mente regresa al pelirrojo y es que yo simplemente no consigo entenderlo. Él parece que se preocupa por mi, aunque siempre se vea serio y se encarga de molestarme, hacerme pasar vergüenza, pero nunca ha demostrado directamente que se sienta atraído y eso hace que piense que se burla de mí, porque sé que él SI sabe que me atrae.No soy tan bueno ocultandolo y eso me hace sentir peor.Debe sen
MarinaEl calor de la cocina es asfixiante. El aire está impregnado de especias, humo y tensión. El restaurante está al tope, los pedidos entran y salen a una velocidad frenética, y apenas tengo tiempo para respirar.—¡Esa mesa seis todavía no tiene su orden! —grito mientras revuelvo una salsa en el fuego.—¡Ya el saco, jefa! —responde una de las cocineras.Todo marcha bien... hasta que lo veo venir.Mateo, el jefe de meseros, cruza la cocina con la expresión de alguien a punto de soltar una bomba. Por su cara, algo grande está pasando.—Marina… —su voz baja un par de tonos—. Acaba de llegar un cliente importante.Le lanzó una mirada impaciente.—Mateo, tenemos el restaurante lleno de clientes importantes. ¡Define "importante"!Él me mira fijamente.—Uno de los magnates más influyentes de la ciudad. Un socialite.Un leve murmullo se levanta entre los cocineros. Algunos se detectan un instante. Hasta los fogones parecen hacer una pausa.Siento una leve punzada de adrenalina. Si un homb
MarinaDos meses despuésLa cremallera del vestido se atasca justo a la mitad de mi espalda.—¡Maldita sea! —gruño, estirando el brazo en un ángulo imposible para intentar subirla.Estoy a punto de rendirme cuando mi teléfono vibra sobre la cama. Clara.— ¿Qué pasó? —contesto sin aliento, todavía luchando con el maldito vestido.—Pasó que espero que estés lista. No me digas que todavía no has salido de tu casa.Ruedo los ojos.—Estoy en ello, no seas tan dramática. Además, ¿estás segura de que este tipo vale la pena? No quiero otra cita con un soso sin conversación ni personalidad.—Marina, confía en mí. Yo jamás te pondría en una situación así.—Oh, por favor. ¿Te recuerdo el desastre del mes pasado?—Eso no cuenta. Me lo recomendaron, pero nadie me dijo que tenía el carisma de una piedra.Suelto una risa sarcástica mientras forcejeo con la cremallera.—Está bien, entonces dime la verdad. ¿Ya le advertiste cómo soy?Silencio. Luego, Clara suspira.—A ver, ¿a qué te refieres?—No te h
MarinaMarinaEsto tiene que ser una maldita broma.Por unos segundos no lo reconozco. No consigo ubicar la imagen del hombre imponente frente a mi, aunque si se me hace familiar.Es solo cuando su rostro se convierte en una mueca de rabia total, que me doy cuenta de quién es la persona que tengo enfrente: Salvador Montenegro.El mismo que fue con su novia al restaurante y le lance un vaso de agua y casi la llamo anorexica. Oh Dios, esto va a ser malo, va a ser realmente malo.La furia en su voz hace que se me me hiele la sangre.Mi cuerpo se tensa automáticamente siento que estoy en negación absoluta.No puede ser él. No puede ser el mismo hombre con el que discutí en el restaurante. Pero lo es.Está sentado detrás de un escritorio de madera oscura, con una puerta imponente, una mano apoyada sobre la mesa y la otra sosteniendo una pluma con aire impaciente. Sus ojos oscuros me taladran con una mezcla de incredulidad y desprecio.Esto es una pesadilla.El abogado que Clara consiguió
SalvadorLa rabia como nunca la he sentido se enciende en mi cuerpo, es algo tan palpable que casi siento que puedo tocarla. No puedo creerlo.Es como si todo fuera parte de una burla cósmica, pues no puedo creer que la mujer que me humilló hace meses en un restaurante, esa misma que Renata odia y se encargó de desacreditar ante todos, está aquí, en mi oficina, frente a mí, diciendo que no tiene el dinero para pagar lo que me debe.Tres millones de dólares.Tres. Malditos. Millones.Mis ojos van hasta ella. Trae puesta ropa medianamente formal, pero aún asi su cuerpo se ajusta a la tela y su pecho se marca por encima de lo normal.En especial cuando cruza los brazos, su postura es desafiante, pero veo el temblor sutil en sus dedos, el leve movimiento de su garganta cuando traga saliva. Está aterrada.Y debería estarlo.—Yo… yo no tengo ese dinero.Mis dientes se aprietan con fuerza, esto es el colmo del descaro. El dinero estaba en su maldita cuenta.Pero por supuesto que no lo tiene