Capítulo 22
Roma había madrugado más temprano de lo habitual aquella mañana. Los niños habían insistido en irse con su abuelo a la escuela, felices con la idea de compartir ese trayecto con él, y ella sin problemas alguno había aprovechado la ocasión para llegar antes a la oficina. El edificio estaba silencioso a esas horas, eran solo las 7:30, con ese eco frío que tienen los pasillos cuando apenas comienza el movimiento del día.
Con calma Roma se dirigió hacia el ascensor ajustándose la chaqueta y repasando mentalmente las cosas que debía resolver antes del mediodía. Cuando las puertas metálicas se abrieron y antes de dar un paso al frente se dio cuenta de que a su lado había alguien. El corazón se le encogió en el mismo instante, ya que Magnus estaba junto allí.
Su figura imponente, tan familiar y tan peligrosa, la observaba como si ya la hubiese estado esperando. Roma dudó un segundo en si debía subir y comprar el espacio, pero ya era demasiado tarde como para arrepentirse, lo hab