Elizabeth:
Habían pasado horas desde que metieron a Liam al quirófano, estaba angustiada y llena de miedo. Quería pensar que todo estaba bien, pero mi angustia era mucho mayor.
Pensaba en lo que me dijo Draco, lo que había dicho Astrid era demasiado, pero agradezco infinitamente su honestidad, estaba aliviada de que no me ocultara nada sobre su encuentro.
Draco estaba molesto y lo entendía, yo estaba igual, pero no era momento de pensar en eso, si no en la salud de Liam.
Draco no se despegaba de mi lado, ha salido del hospital solo para fumarse un cigarrillo debido al estrés que tiene. No dejaba de maldecir a Astrid y odiaba el hecho de que ella sea la única persona compatible con Liam.
—¿Cómo está tu hijo?
Alce mi vista, ella estaba parada justo frente de mi. Me puse de pie, la sonrisa que tenía quería borrarsela de un golpe.
—Vete, no tienes nada que hacer aquí Astrid.
—Claro que si, Liam es mi sobrino —sonrio—. Además de que fui yo la que le dono la médula ósea, es lógico que este