92. Una vampira y una loba
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Omnipresente
Los pasos resonaban en la oscuridad, cada vez más cerca, y un escalofrío recorrió la espalda de Santa. Sintió cómo se le erizaba la piel y apretó los puños con fuerza.
—¿Quién está ahí? —repitió, esforzándose por mantener la calma.
De pronto, varias sombras emergieron de entre la neblina con una velocidad aterradora. Se movían como espectros, deslizándose sin esfuerzo en la penumbra.
Un vampiro de aspecto repulsivo se detuvo frente a ella y la observó con una sonrisa burlona.
—Miren esto… Una loba madura —se mofó, con el brillo cruel de sus colmillos reflejando la tenue luz de la luna.
Sin previo aviso, uno de ellos alzó la mano y le propinó una bofetada brutal a Santa. El golpe la lanzó al suelo, pero antes de que pudieran aprovechar su momentánea vulnerabilidad, su cuerpo cambió en un parpadeo. Su forma humana desapareció y en su lugar emergió su majestuosa loba, rugiendo con furia desatada.
—¡Mátenla rápido y llevemos al mocoso! —ordenó el vampiro con voz áspera.
El