97. No te la llevas
97
La batalla había terminado. El castillo de Ekaterina era ahora una ruina humeante. El cielo clareaba tras siglos de sombras. Los cuerpos, las cenizas y los ecos del enfrentamiento se disolvían entre el viento frío.
Pero no había celebración.
Solo alerta.
Mason y Alaric flanqueaban a Adara mientras caminaban entre restos de columnas derrumbadas, ayudándola a mantenerse en pie. Ella estaba agotada, sus heridas superficiales casi cerradas, pero el alma… el alma temblaba.
Delante, Vlad Tempest caminaba en silencio. Su presencia no era pesada, pero sí absoluta. Como si el mundo alrededor lo evitara por instinto.
Alaric se adelantó y lo detuvo, cruzando los brazos.
—Debemos irnos, loba blanca —habla con voz melodiosa, como si estuviera hechizando a todos.
—No vas a llevártela, así como así.
Vlad se detuvo sin girarse.
—¿Así como así?
Mason frunció el ceño, poniéndose a su lado.
—No confiamos en ti. No sabemos qué planeas. Ella está débil. Si piensas hacerle algo, vas a tener que pasar so