Ezequiel
Un latigazo me atraviesa el pecho, un tirón que no explica nada pero lo dice todo: Lois está en peligro. Mi corazón se acelera, y miro a Emmanuel, cuyos ojos ya arden con ese brillo dorado que precede a la transformación.
Estamos con papá y los demás en el patio trasero de la casa principal, discutiendo estrategias para rastrear a Aidan, cuando el vínculo con Lois nos golpea como un trueno. No necesitamos palabras. Corremos, nuestros pasos resonando contra la piedra, el aire cortante en los pulmones.
Emmanuel se transforma primero, su cuerpo estallando en un lobo que destroza la puerta del comedor con un solo embate. La madera se astilla, los candelabros caen, y el caos se desata. Mi mano derecha se envuelve en llamas, una bola de fuego crepitando al sentir el olor de Enzo, ese maldito vampiro que se suponía ya se había ido. ¿Qué demonios hace aquí? Mi visión se tiñe de rojo al verlo, de pie en el centro de la sala, su sonrisa fría como el hielo.
Thorne irrumpe al mismo tiemp