LOIS
La cena no había empezado y ya sentía que el vestido me apretaba el pecho. No por el diseño, sino por la tensión.
Sabía que era importante, la primera impresión que dejaría ante la familia de los gemelos, pero no imaginé que al cruzar la puerta todos se pondrían de pie.
Mi corazón tropieza. Ese tatuaje en su cuello, una garra dentada que se curva bajo su mandíbula… es él. El chico del tren.
Él había estado allí, fue quien me ayudó a entrar al vagón restaurante cuando nadie más lo hizo, pues me hacía falta algo que no recuerdo, para poder acceder.
No sabía que pertenecía a esta manada. Ni siquiera lo había vuelto a ver en la universidad, solo aquí.
Thorne avanza hacia nosotros, su presencia como una nube de tormenta, todo hombros anchos y ojos que te atraviesan. Morgana a su lado, su elegancia una cuchilla silenciosa.
—Lois —retumba Thorne, su voz como grava—, estos son Darius, nuestro Beta, su pareja Annie y su hijo Zane. —Señala al joven, que da un paso al frente con una sonrisa