El líquido que antes estaba en la copa de la señora Black voló con rapidez hacia mí. Cubrí mi rostro con mis brazos, pero al parecer no fue necesario, pues que un cuerpo se interpuso en su camino, haciendo de escudo protector para mí.
Un par de gotas llegaron a salpicarme. Un olor que reconocí como sangre llegó hasta mí.
Una exclamación brotó de mis labios, mientras veía con atención al cuerpo rígido que se encontraba frente a mí. La tensión en sus hombros, las gotas que comenzaban a correr por todo su cuerpo, hasta llegar hasta el suelo.
Todos nos veían, expectantes de lo que pasaría. Era un poco incomodo tener a tantas personas observando, esperando un contraataque. Si me ponía a pensar que había cientos de ojos sobre mí, me derrumbaría.
La madre de Donovan abrió los labios, sin embargo, ni una palabra salió de ella. Parecía incluso más furiosa que antes, quizás porque su infantil ataque no salió como ella esperaba.
—¿Camille? —escuché a alguien preguntar a un lado.
Supuse que se tr