—Juliette...
—¿Sí? —mis ojos se mantuvieron cerrados, pero estaba despierta y alerta.
—Justin insiste en querer preparar el desayuno.
—¿Qué?
Abrí los ojos de golpe, arrepintiéndome al instante. Maldita luz. El dolor de cabeza me recibió al instante, pero mis alertas sonaban en mi mente.
La mirada preocupada de Jake me recibió. Busqué por la habitación, solo para encontrar que éramos él y yo los únicos ocupantes.
Me levanté de un salto, corriendo hacia el pasillo. Mocoso insolente. ¿Qué le hacía pensar que podía levantarse sin decir nada? Casi me caigo, los vestigios del sueño aún presentes en mi cuerpo. No debí dormir tan profundamente, pero el cansancio se había apoderado de mí cuando el sol salió.
Me congelé en el umbral de la puerta, viendo a Donovan mezclar lo que parecían unos huevos.
—¿Qué mierda...? —dejé escapar.
—Buenos días, criaturita —sonrió, de buen humor—. Si buscas a tu hermano, lo mandé a sentarse en el sofá de la sala.
—¿Qué haces aquí? —fruncí el ceño.
—El desayuno —