Valeria palideció, tragando saliva, incapaz de encontrar una palabra. Sintió que el aire le quemaba en los pulmones.
William estaba allí, apoyado contra la pared, los brazos cruzados, con una expresión imposible de descifrar. No necesitaba palabras, su mirada decía que lo sabía todo.
—William… — dijo casi tartamudeando —¿Creí que ya todos se habían ido?
Él se acercó con paso lento, su mirada decía que sabía lo que había ocurrido ahí adentro.
Valeria trató de excusarse, pero justo en ese momento la puerta detrás de ella volvió a abrirse. Noah apareció, seguro de sí mismo… hasta que vio a William frente a ella.
La tensión fue inmediata, brutal, como un martillazo en seco.
—Tengo que hablar con los dos. —Le señaló la silla a Valeria — ¿Me permite unos minutos, señorita?
Valeria obedeció, hundiéndose en el asiento, con ambas manos cubriéndose la cara. Solo pedía que la tierra la tragara.
William dio un paso al frente. No levantó la voz, pero cada palabra cayó con un peso que la aplastaba.