Capítulo 27 – El Silencio que Abraza
El sol se colaba entre las cortinas blancas del living como un visitante amable. La luz era tibia, sin apuro, como si también supiera que Sofía necesitaba esos amaneceres lentos, sin sobresaltos.
Sentada frente a la mesa, con una taza humeante entre las manos, ella leía por tercera vez un informe médico que había descargado la noche anterior. Sus ojos, despejados y azules, ya no llevaban el peso de las ojeras que la acompañaban semanas atrás. El cabello oscuro, suelto, caía con naturalidad sobre los hombros. Llevaba puesta una remera blanca holgada y un pantalón de algodón gris. El tono relajado de su cuerpo contrastaba con la rigidez de sus pensamientos.
Lili, desde la cocina, tarareaba una canción mientras preparaba su café para ella. El aroma del pan tostado y del té de hierbas llenaba el espacio, como si intentara envolverlas en una paz doméstica que no terminaba de asentarse.
—¿Otra vez lo estás leyendo, Sof? —preguntó Lili, con tono su