CAPÍTULO — Donde el Silencio se Rompe en Casa
(Punto de vista de Milagros)
Todo el día me quedó atravesado como una espina.
No era una pelea con Ayden, estábamos muy bien, a pesar de todo lo que nos está pasando.
No era un drama.
No era nada “grave” en apariencia… y sin embargo, yo sentía que algo no encajaba desde temprano, como cuando el cuerpo te avisa antes que la razón y vos te quedás discutiendo con tu propia intuición porque no querés parecer exagerada.
Ayden había salido sin hacer ruido. Yo lo vi de costado, apenas, como se ve un gesto cuando uno todavía está medio dormida: el movimiento de su hombro, el roce de una tela, la puerta que se cierra con cuidado para no despertarme.
Me quedé quieta, escuchando el silencio que deja alguien cuando se va… y me dije lo de siempre.
Está con mil cosas.
Está sosteniendo todo.
No le sumes una preocupación más.
Pero las horas pasaron y él no me escribía.
Al principio intenté ocuparme en lo que podía: responder un par