CAPÍTULO — Donde el Amor se Permite Caer
Y ahí lo vi.
Lo vi quebrarse.
No con llanto.
Con esa forma masculina de quebrarse que es peor, porque viene con silencio acumulado: un suspiro demasiado largo, la mirada que se baja, los hombros que caen como si recién ahí pudieran dejar de sostener.
—No, mi amor, nunca… Me internaron todo el día —dijo.
El mundo se me puso quieto.
—¿Cómo que te internaron? —pregunté, y sentí que la sangre se me iba a los pies—. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué?
Ayden se acercó por fin, y en el camino parecía que caminaba dentro del agua pesada.
—En la empresa… me mareé… vomité… y después me desmayé. Me encontraron en el piso. Me llevaron… me pusieron suero… me dejaron en observación.
Yo lo miré sin respirar.
—¿Y tu madre lo sabía…?
—Sí, salió de una consulta para ir conmigo. Papá llegó primero —se le quebró la voz en esa parte—. Pensé que no era nada… pensé que hacía bien en no avisarte. Yo no quería preocuparte.
Me salió una risa corta, nerviosa, casi absurda.
—¿No q