CAPÍTULO — EL ANILLO QUE SE PERDIÓ… Y LA VIDA QUE LLEGÓ
Ayden había organizado aquella cena con un cuidado casi supersticioso, como si temiera que, si movía un plato fuera de lugar o se adelantaba con una palabra, el destino pudiera cambiar de idea. La mesa estaba puesta desde temprano, las flores elegidas con calma, las copas alineadas como un ejército silencioso que esperaba el momento exacto de brillar. Había invitado a todos: sus padres, los abuelos de ambos, Carlos y Olivia, y también a Fabián e Isabel, que llegaban siempre con esa mezcla hermosa de historia y futuro en los ojos. Benjamín no estaría —jugaba esa noche en Argentina, con Nacional enfrentando a Boca—, y su ausencia hacía que la casa pareciera todavía más consciente de cada ruido.
El plan estaba sellado desde hacía días, aunque nadie más que él lo sabía: quería pedirle matrimonio a Milagros… con el anillo de la abuela Isabel. No uno cualquiera, sino ese, el mismo que había visto pasar por generaciones como si fuera u