Capítulo — No es culpa tuya
Isabel se plantó en la puerta de la habitación del hospital con los brazos cruzados. Su mirada firme se clavó en Adrián, que aún tenía los ojos enrojecidos por el ataque de ansiedad.
—Vas a entrar solo si estás calmado —le advirtió—. Y si te alterás y le transmitís nervios a Sofía, yo misma te saco. ¿Entendido?
Adrián tragó saliva. Apretó los puños, como si buscara fuerza de donde ya no quedaba.
—Sí, mamá. Estoy más calmado. Te lo prometo.
Fabián, detrás de Isabel, le dio una palmada en la espalda.
—Anda, hijo. Sofía te necesita tranquilo.
Adrián asintió y entró despacio. En cuanto vio a Sofía recostada en la cama, con el suero conectado y una sonrisa débil pero serena, sintió que todo el aire volvía a sus pulmones.
—Mi amor… —murmuró, acercándose con pasos temblorosos.
Ella extendió la mano. Él la tomó, y en un impulso, la abrazó con cuidado y besó su panza.
—Todavía nos falta unas semanitas para que estés acá afuera, ¿eh? —susurró sobr