Capitulo —Unicornio
Aquella mañana, la casa tenía un aire distinto. Julia se levantó temprano, con el cabello despeinado y los ojos aún somnolientos, pero con una sonrisa que iluminaba la mesa. Lili ya estaba sentada en la cocina, con la pierna estirada sobre una silla, mientras Guillermo preparaba el desayuno.
—Parece una familia de verdad —dijo Lili, sonriendo, mientras Guillermo servía café y Julia jugaba con el pan tostado.
—Lo somos —respondió él, mirándolas con un brillo en los ojos.
Desayunaron tranquilos, hablando de cosas simples: de la escuela, de la bicicleta, de cómo Valente el perro de los Castell había robado un pedacito de pan de la mesa la noche anterior. Entre risas y complicidades, la mañana se deslizó como un respiro.
Después del almuerzo, hicieron sobremesa. Guillermo y Julia charlaban en el living, mientras Lili, desde su cama con la pierna estirada, los escuchaba reír. Ella no quiso moverse demasiado: todavía sentía la pierna cargada de la visita del día