Capitulo— Una puntada inesperada

El baby shower había terminado en un clima de alegría, a pesar del intento fallido de la ex de Guillermo por estropearlo. Nadie dejó que esa sombra opacara la celebración. Esa noche, cuando todo quedó en calma, Guillermo y Lili subieron a un taxi adaptado, de esos con espacio para sillas de ruedas. Iban cómodos, tomados de la mano, como si ese vehículo sencillo fuera un carruaje que los llevaba directo a un nuevo comienzo. Julia, la hija de Guillermo, los acompañaba.

La niña iba sonriente, con los ojos brillando todavía por la fiesta.

—Papi, yo te amo mucho —le dijo de pronto, con una naturalidad que desarmó a Guillermo.

Él tragó saliva, sintiendo que esas palabras le llegaban hasta los huesos. La miró por el retrovisor del taxi, y con un nudo en la garganta respondió:

—Y yo a vos, hija. Te amo con el alma.

Al llegar al apartamento, Lili había preparado una sorpresa. El cuarto de invitados, que hasta entonces no era más que un espacio vacío