Capítulo — Una Mañana de Luz
El domingo amaneció claro, con un sol que bañaba las calles de Montevideo en tonos dorados. Desde Colonia, Guillermo ya había dejado su huella en el corazón de Lili: un mensaje temprano, lleno de amor.
" Te amo, mi Lili.” Así terminaba el mensaje de Guille el hombre que ella, ya no podía vivir sin él a su lado
Al leerlo de nuevo, el corazón de Lili se aceleró. Una dicha grande le llenó el pecho, tanto que no pudo evitar sonreír mientras apretaba el celular contra el pecho como si quisiera atrapar esas palabras dentro de sí.
Sofía, siempre atenta, estaba a su lado desde temprano. La ayudó en la rutina de la mañana: la acompañó a asearse, a vestirse sin que hiciera esfuerzo, y con esa paciencia que solo una amiga del alma podía tener, se ocupó de cada detalle. La peinó con cuidado, trenzando mechones que caían suaves sobre los hombros de Lili, y hasta le pintó un poco los ojos, resaltando su mirada.
—Mirá lo linda que estás —dijo Sofía, orgullosa—.