Carlos volvió a agarrar con fuerza la muñeca de Lilian.
Lilian se soltó bruscamente. —¡Suéltame! ¡Esto entre nosotros ya se acabó, Carlos!
—¡Pero aún no he firmado los papeles del divorcio, Lilian! ¡Así que sigues siendo mi esposa!
Gabriel, que estaba detrás de Lilian, comenzó a llorar con fuerza. Su pequeño cuerpo temblaba. Se aferró a la espalda de su madre, escondiéndose tras el cuerpo que lo protegía.
—¡Gabriel! ¡Ven con papá! —Carlos intentó acercarse otra vez, con la mano extendida hacia el niño.
—¡No lo toques! —Lilian se movió rápido, colocándose frente a Gabriel con los brazos abiertos.
—¿¡Quién te crees que eres, eh!? ¡También es mi hijo! ¡Soy su padre! —gritó Carlos, con el rostro enrojecido por la rabia.
Lilian contuvo la respiración, tratando de mantenerse firme a pesar de la tensión en su cuerpo.
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