El día del evento al que Adrien había invitado a Margaret, llegó, ella avanzaba entre los stands de la exposición, con la carpeta de contratos en una mano y su asistente, Elize, siguiéndola a un paso prudente. Habían llegado temprano para aprovechar las horas más tranquilas del evento y cerrar los últimos acuerdos antes de su viaje.
A pesar de lo profesional que intentaba mostrarse, había en su expresión un leve cansancio. Cada sonrisa que ofrecía era medida, aunque trataba de disimularlo, su rostro estaba empezando a reflejar las marcas de su embarazo, y hasta la cintura le dolía. Firmó un par de documentos más, intercambió saludos con algunos representantes y, justo cuando se disponía a avanzar hacia la siguiente mesa, una voz familiar irrumpió en su concentración.
—¡Margaret! —exclamó Shaira, completamente sorprendida al verla.
Margaret levantó la mirada, incrédula. Hacía semanas que no veía a su amiga, y encontrarla allí era lo último que esperaba.
—¿Shaira? —sonrió, dejando escap