Mientras tanto, la policía llegó y capturó a la jefe de finanzas en medio de sus suplicas. Dejando a Lorain conmocionada.
Margaret no respondió a las palabras de Lucien. Simplemente se apartó de él y se dirigió al encargado del recinto con una serenidad que contrastaba con el caos que la rodeaba.
—¿Podemos continuar con el contrato según lo acordado? —preguntó sin rodeos.
El hombre asintió, demasiado nervioso. La jefa del departamento financiero ya había sido escoltada fuera del lugar, su llanto aún se escuchaba débilmente en el pasillo. Todo había sucedido tan rápido que el resto del personal no sabía cómo reaccionar. Lorain, por su parte, estaba al borde del colapso.
Acababa de recibir una llamada de su padre. Apenas podía creer lo que había escuchado: la situación estaba fuera de control, y ni siquiera la influencia de su familia podía revertirla. Su padre le había dicho, con voz tensa, que la decisión venía de más arriba, de alguien a quien no convenía enfrentar. La madre de su he