Después de la escandalosa caída de la jefa de finanzas, la empresa empezó a recuperar un aire de calma. Los rumores aún flotaban por los pasillos, pero la mayoría de los empleados ya sabían que las cosas habían cambiado.
Margaret había pasado la mañana revisando los informes y las nuevas proyecciones de presupuesto. El evento principal estaba próximo, y aunque aún quedaban muchos detalles por resolver, sentía que, por fin, todo empezaba a alinearse.
Nombrar a Verónica como nueva directora financiera había sido una de sus decisiones más acertadas. La mujer, que antes había sido subestimada y sobrecargada de trabajo, demostraba ahora una precisión admirable en cada movimiento.
Esa tarde, Margaret la encontró en la sala de té de la empresa. Verónica, al verla entrar, dejó la taza a un lado y se levantó con una sonrisa incrédula.
—Señora Gold… —dijo, todavía con un tono de asombro—, sinceramente, no imaginé que usted fuera la nueva CEO. ¡muchas gracias por el nombramiento!
Margaret sonri