[ZAED]
¿Cómo no sentirme un cabrón cuando frente a mí tengo a Isabella, esperando un hijo mío, y al mismo tiempo está Alya, el amor de mi vida, ocupando cada fibra de mi pensamiento? La presión me aplasta, y siento que cualquier movimiento en falso puede destruirlo todo.
La oficina está silenciosa, salvo por el sonido de mis pasos sobre el mármol. Isabella está frente a mí, con esa confianza que siempre la caracterizó, con los brazos cruzados y la sonrisa que me desconcierta. Siento cómo todo a mi alrededor se estrecha: la brisa marina que hay fuera, la luz del amanecer filtrándose en mi despacho, y la tensión que quema cada fibra de mi cuerpo.
—¿De qué querías hablar conmigo? —pregunta, sarcástica, acercándose un paso, provocadora.
—De nosotros —digo, pero inmediatamente noto cómo toma mis palabras y las retuerce a su favor.
Se ríe suavemente, con ese tono que antes me atraía, que ahora me irrita. Sus dedos rozan los míos cuando se acerca más.
—¿De nosotros? Pero si estamos en nuestr