La gala ha terminado, pero la música sigue resonando en mi mente, cada nota mezclándose con el recuerdo de Zaed. Samuel me conduce hacia la mansión Marchesi, su brazo firme sobre el mío, sin sospechar que mi interior está en llamas. La limusina se detiene frente a la entrada iluminada, y al abrirse la puerta, nos encontramos con mi padre y Luan, que nos esperan como siempre, con esa mezcla de autoridad, curiosidad y cariño protector.—Llegamos casi al mismo tiempo —dice mi padre con voz grave, pero con un hilo de sonrisa—. Parece que la noche nos empuja a encontrarnos aquí.—O simplemente el tráfico de Miami —respondo, intentando mantener la voz ligera, mientras Samuel coloca mi bolso sobre un sillón cercano.Luan me observa con su habitual mirada inquisitiva, capaz de descubrir cualquier pequeño detalle que no quiera mostrar.—¿Estás bien, Alya? —pregunta, con sonrisa ligera pero ojos atentos—. Pareces… distraída.—Sí… solo cansada —miento, intentando sonar firme. Pero por dentro, ca
Leer más