Capítulo 20. Niña traviesa
Angelo
Leonardo me pone nervioso con esta intromisión en mi cuarto. No dejo de mirar el reloj como un condenado, porque sé que Emily cuenta conmigo y no quiero llegar tarde. Solo pensar en ella sola en ese oscuro y tenebroso callejón me da ganas de salir corriendo y esperarla hasta que terminen sus clases.
«Si le sucediera algo… eso arruinaría mis planes».
Desde que mi padre soltó la bomba del adelanto de la boda, no he podido pensar en otra cosa. El tiempo se me acorta, como si alguien estuviera apretando una soga alrededor de mi cuello. Antes creía que podía jugar con ventaja, que tendría meses para hacer que Emily se enamorara de mí sin que nadie lo sospechara. Ahora todo se reduce a semanas, quizá días.
Para colmo, hace días que noto algo distinto en ella. No sé qué es, pero ya no me mira igual, ya no sonríe con la misma facilidad cuando estoy cerca. Es como si hubiera levantado un muro invisible entre los dos, y cada vez que intento acercarme, me lo recuerda con su silencio o con