La despedida

Ellie se levantó con sus ojos inflamados por tanto llorar, se bañó, se lavó los dientes, secó su cabello y lo onduló con su plancha, se maquilló haciendo relucir sus ojos hermosos, se colocó su vestido y sus zapatos.

Tomó su celular y revisó sus cuentas, su dinero estaba allí intacto como si nunca hubiese pasado nada, sus lágrimas volvieron a salir por el egoísmo de su padre y sus intenciones.

—¿Llorando aún? tienes todo de vuelta ¿qué más quieres? —le preguntó su hermana molesta por su actitud —¿no crees que eres muy egoísta con papá después de todo lo que te ha dado? nadie en esta ciudad vive y luce mejor que tú ¿qué más quieres?

—Quiero que me amen, Elizabeth ¿tan loca es esa idea que no la merezco? ¿crees que Sandro pueda amarme? entre nosotros jamás habrá amor.

—Deja de ser tan melodramática Ellie, tienes un destino mejor que el de cualquiera, y no sé, hasta puedes hacer que Sandro te mire como tanto lo deseas, solo tienes que comportarte como te lo ha indicado papá y todo saldrá bien.

—Nada saldrá bien Elizabeth, estoy segura de eso.

Tomó su bolso y bajó hasta la sale de estar, no le dio la mirada a su padre y este se sentó allí a esperar que Sandro viniese por su hija y asegurarse que no hiciera nada tonto.

Sandro llegó con su traje de saco y corbata, pues ahora comenzaría su trabajo en la empresa familiar. Saludó a todos con respeto y muy poca cercanía, le entregó unas flores que su padre le exigió comprar para hacer la situación menos tensa, Ellie las recibió con una sonrisa torcida y, a pesar de lo hermosas que eran las flores las miró con despreció, se las entregó a una de las empleadas de la casa y esta las guardó en un florero y las llevó a la habitación de Ellie.

—Antes de mediodía estará Ellie en casa, no tiene de qué preocuparse, buen día señor Albert.

Mencionó él haciendo a Ellie caminar hacia fuera, entraron en el auto y sin decir una sola palabra se marcharon.

—No es necesario que me traigas flores, de hecho, no las quiero. —dijo Ellie mirando las flores que había en el asiento trasero.

—Tranquila que no son para ti, tengo una reunión por la tarde y la mujer las merece más que tú.

La mujer era su madre, celebrarían en familia el cumpleaños de Renata.

—No tienes porqué ofenderte.

—Y tú deja de ser tan áspera, agradece que salvé tu pellejo anoche, porque hoy estarías en la calle pidiendo para comer, así que compórtate conmigo porque no soy de dar segundas oportunidades.

—¿Por qué te crees tan importante?

—No me creo importante, soy importante Ellie, algo que jamás podrás entender, te lo dije, puedo ayudarte si lo deseas o puedo hacer que tu vida se acabe, es tu decisión, no estás sacrificando tanto como lo piensas.

—¿Cómo estás tan seguro de eso? no sabes lo que he perdido.

—¿A no? ¿el amor de un hombre? —mencionó fuertemente para que ella lo escuchara.

Sandro al ver que no tenía respuesta de Ellie, tomó el silencio de su prometida como un sí, era con lo que no quería lidiar. Se sintió culpable de obligarla a casarse con él, así que detuvo el auto y la miró.

—Si no quieres hacer esto, entonces puedes irte, no voy a obligarte a que te cases conmigo, hablaré con mi padre y con el tuyo, les diré que fui yo quien no congenió contigo. Puedes irte si así lo deseas.

Ellie recordó las palabras de su padre y, aunque Sandro se culpase de la ruptura, quedaría en la calle, a su padre no le importaría de quien fue la culpa o no, sería ella quien lo pagaría caro, porque al final, Sandro buscaría un reemplazo para ella y ella quedaría con las manos vacías.

—No, asumo mi responsabilidad, está bien para mí, después la reunión tengo que hacer una diligencia, me iré a casa por mis propios medios.

—Muy bien, está bien para mí.

El camino se reanudó hasta llegar a la empresa, se bajaron y cada uno caminó a su ritmo hasta recepción.

—Si vamos a hacer esto, al menos hagámoslo bien, actúa como una prometida enamorada, nadie sabe de esto y es lo que menos necesitamos. ¿puedes hacerlo? —le preguntó Sandro en un susurro.

Ellie hizo una mueca de desagrado y se aferró al brazo de Sandro, fingió una sonrisa todo el tiempo, incluso con su suegro.

—Siéntense, les traeré los contratos y les explicaré lo que tienes que hacer ¿entendido? —Ambos afirmaron a las palabras de Augusto y este se levantó de su asiento, tomó un sobre y se los entregó a cada uno —lean el acuerdo, si tienen algo más que agregar lo pueden modificar, háblenlo y me dan una respuesta en tres días, ¿de acuerdo?

—Señor Augusto, tengo una duda ¿cuándo será la boda? ¿tienen una fecha decidida?

—La hay, se hará el siguiente fin de semana, mi esposa irá contigo por el vestido, escógelo a tu gusto, lo demás ya está resuelto.

Sandro no guardó su asombro al ver que todo estaba listo y era cuestión de dar el "sí acepto"

—¿No hay manera de posponerlo unos días más padre?

—No hijo, la decisión está tomada, no hay vuelta atrás, ahora decidan ustedes si el acuerdo está bien o lo modificarán.

Ambos salieron de la oficina de Augusto con los sobres en sus manos, llegaron hasta la puerta principal y con tristeza Ellie le dijo:

—Si lo desea podemos reunirnos mañana en casa, estaré sola todo el día, nadie podrá molestarnos, es lo mejor, así nadie sabrá de este acuerdo ¿le parece?

—Claro, iré después de las diez de la mañana, nos vemos.

Ellie se despidió de Sandro con un "ok", tomó sun taxi y se marchó a la floristería donde Josías trabajaba, tomó un par de respiros antes de entrar, no estaba preparada para decirle adiós al que hasta hoy sería el amor de su vida.

—Ellie, cariño. ¿qué haces aquí? —corrió Josías a abrazarla

—Vine a verte, y a hablar contigo de un tema importante, ¿tienes tiempo para mí?

—Lo tengo.

La invitó a sentarse en un pequeño sofá.

—¿Cómo ha estado tu día? —le preguntó intentando no ser grotesca con el tema de su compromiso.

—Bastante bien, pero a eso no has venido ¿verdad? dime que pasa.

—Es verdad, tengo algo importante que decirte, te lo diré así sin más, porque no tengo las palabras correctas. Mi padre me ha dado en matrimonio, no puedo seguir frecuentándote.

Josías se puso en pie y la miró con tristeza.

—¿Vas a casarte? ¿porqué?

—No tengo opción Josías, es eso o quedarme en la calle toda una vida, para esto fui concebida y es lo único que mi padre conoce.

—¿No hay nada que puedas hacer?, yo te quiero Ellie, te quiero en serio.

—No, perdería todo mi dinero si no me caso, ya perdí mi empleo y si no hago esto, tanto mi padre como mi futuro suegro se encargarían de manchar mi buen nombre y no sé si pueda encontrar un buen empleo.

—Vaya —dijo con decepción al perder su única oportunidad de salir de la pobreza —de verdad estaba ilusionado contigo Ellie, pero por lo visto no hay nada más que se pueda hacer, ¿esta es la despedida?

Con desilusión por las palabras de Josías respondió.

—Es la despedida Josías, adiós.

Se levantó de la silla y Josías la detuvo besando sus labios, se apartó de él dándole un beso más y se marchó de aquel sitio sin saber que ha sido vista por su suegro.

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