Alejandro vio cómo Eva se llevó las manos a la cabeza, en ese momento él quería acercarse, pero el reloj que le indicaba que las cámaras funcionarían nuevamente comenzó a vibrar. Él tuvo que volver a emitir la señal, para cuando reaccionó, Eva ya no estaba en el mismo lugar.
Él comenzó a buscarla y la encontró sentada en su cama, con las manos en la cabeza y moviéndose de arriba a abajo, ella repetía una y otra vez dos palabras.
- ¡Debo escapar! ¡Debo escapar!
Alejandro entendió perfectamente bien que una parte de ella estaba ahí, una parte de Eva seguía ahí. Con pasos lentos y silenciosos se acercó a ella, se puso en cuclillas y con suavidad tomó sus manos y obligó a aquella mujer a verlo.
- ¡Eva, mírame! ¡Tú me conoces! ¡Tú debes conocerme! ¡Por favor, cielo! ¡Yo sé que puedes recordarme…! He venido desde lejos a buscarte, no me voy a ir sin ti, sin Natalia, ¡Por favor, Eva! ¡Debes recordarme!
- ¡Debo escapar! ¡Él vendrá! ¡Debo escapar! ¡Él vendrá!
- ¡No! ¡No! Yo te voy a