Eva miraba a su hijo dormido, el pobre se había quedado dormido llorando, tal como todos los días, Augusto esperaba la llamada de su padre, pero esta no llegó.
Hoy, en específico, realmente quería, necesitaba hablar con él, aún tenía el pendiente de convencer a su padre de irse a vivir a Cataluña y, además, quería presumirle sus calificaciones, pero no pudo hacerlo y eso lo había entristecido bastante.
Eva lo observaba y no le gustaba lo que veía, sabía perfectamente bien que Augusto había hecho una fuerte conexión con Alejandro, una, porque siempre supo de la existencia de su padre y dos, ya que con la muerte de Maximiliano él se aferró a lo único que le hacía recordar a su abuelo.
La mujer no lo quería admitir, pero ya le había pasado por la mente regresar a México, aunque bien a bien, no sabía qué haría al regresar. Aquel país, aunque bello, estaba lleno de momentos tristes para ella, por un momento, se perdía en los recuerdos de lo que fue su pasado y le resultaba doloroso pensar