Después de que Eva vio cómo Alejandro se fue, se desplomó en el sofá, sus manos temblaban. Aún no podía creer que él estuviera ahí, en el mismo país, y estuviera dispuesto a aceptar sus condiciones.
Habían pasado 5 años, él nunca mostró interés en volver y, hoy, el beso que le había dado, se percató de que se encontraba lleno de anhelo, de deseo, de todo y nada a la vez.
Eva acariciaba sus labios, recordando todo el cúmulo de sentimientos que sintió en aquel momento. Tuvo que hacer uso de su autocontrol para no caer, ya que, en el pasado, había creído en sus palabras y todo se había ido por el caño.
Si ahora, el hombre quería volver, si ahora su intención era formar una familia, primero tendría que demostrar el verdadero y genuino interés. No importaba lo que ella sintiera en el corazón, en su mente y alma, así como también no importaba lo que ella sintiera y quisiera como mujer.
- Alejandro, Alejandro, llegaste a mi vida para quedarte y ahora, no sé cómo hacer para volver. -dijo Eva