Tras un desayuno sin altercados, Alejandro, Eva y Augusto salieron de casa camino al acuario, para sorpresa de Eva, Alejandro ya había colocado una sillita en su auto, lo cual se veía bastante raro, ya que su auto era un deportivo de lujo y aquello se veía tan fuera de lo común.
- ¡Wow! ¿Este es tu auto? -preguntó augusto impresionado.
- Sí, ¿Te gusta?
- ¡Wow! ¡Esta padrísimo! ¿Yo puedo tener uno así? -pregunto nuevamente augusto con curiosidad.
- Sí, cuando crezcas, pienso que puedes tener uno así o más modelos…
- ¡Les voy a contar a mis amigos de la escuela! ¡Wow! -decía Augusto mientras lo colocaba en el asiento.
Eva solo miraba la interacción de su hijo con quien era su padre, aquello le resultaba increíble, ella como adulta aun guardaba sus reservas, no podía confiar totalmente en él, no podía simplemente hacer como si nada ocurriera. En el caso de su hijo, este había acogido a su padre desde el primer momento en que tuvo oportunidad de tenerlo cerca, era como si todo el tiempo l