25. Anhelaba ese momento
Álvaro Duarte
Entré a la cocina buscando a Emilia. La encontré sentada frente al desayunador, mordisqueando un pequeño bocadillo. Sonreí, divertido, al verla comer con tanto entusiasmo, un emparedado de mermelada con mantequilla de maní, peguntándome desde cuando le gusta la mantequilla de mani.
—Aquí estás, amor —murmuré, acercándome a besarla. Sus labios me supieron dulces, a zarzamora fresca, y no pude evitar querer más. Atrapé su boca de nuevo, intensificando el beso, disfrutando de su sabor y de la suavidad de su contacto, hasta que la realidad nos recordó que no estábamos solos en la vida.
—¿Dónde está nuestro pequeño terremoto? —pregunté, alzando una ceja en gesto inquisitivo mientras ella me sonreía de manera traviesa, como si hubiera hecho una travesura.
Finalmente, Emilia contestó:
—Catalina lo llevó a visitar a su ab... —se interrumpió bruscamente, bajando la voz—. Al señor Ernesto. Espero que no te moleste. Me comentó que ha estado teniendo días muy difíciles después de en