Katherine sintió que el suelo temblaba bajo sus pies.
Se llevó la mano al vientre como si necesitara protegerlo de esa ausencia que dolía.
Se había esforzado por ocultar el aroma de sus cachorros, porque era demasiado pronto, para que en su manada lo supieran. Maverik ni siquiera se percató de qué tenía la mano sobre su vientre. Sus ojos estaban mirándola a ella de manera preocupada.
—¿Estás... bien? —preguntó Maverik.
Ella apartó la mano que él intentó tomar, como si su toque quemara incluso aunque su cuerpo hubiera reaccionado de una manera extraña hacia él.
—No me toques —dijo con la voz apenas controlada—. Si recuerdas lo que pasó entre nosotros en el pasado sabes perfectamente en qué situación estamos, Maverik.
Ella alzó la cabeza mirándolo fijamente, llena de tensión.
—Katherine, puedo sentir la conexión entre nosotros, te pido una oportunidad. Aún hay tiempo. En el pasado no me dejaste explicarte lo que pasaba, necesitaba protegerte, si te tomaba como mi compañera en ese moment