Maverik apareció entre los árboles, corriendo preocupado.
—¡Katherine! —gritó deteniéndose abruptamente al verla.
La miró aliviado antes de caminar hasta ella y hacerla levantar del suelo.
El rubio alzó su mentón mirando su rostro con un deje de preocupación y desesperación genuina, entonces le habló con voz suave.
—¿Estás bien?
—Estoy... bien... —susurró ella, tratando de calmar la respiración.
No le gustaba nada que él la hubiera encontrado.
—Gracias a la Diosa Luna... —dijo Maverik—. Estás a salvo.
Sorprendiéndola Maverik la abrazó protectoramente acuñándola a su pecho, metió la nariz entre su cuello erizándole la piel.
La tomó entre los brazos y ella no pudo resistirse.
Estaba cansada.
—Maverik, por favor, necesito ir a un lugar y no me puedes detener.
Él se separó de ella mirándola a los ojos.
—¿A dónde vas? ¿Estás... huyendo de él?
Al ver que ella no respondía tensó la mandíbula y sus ojos bajaron hasta donde estaba su rostro manchado de sangre seca.
—Cassian es un monstruo...