Maverik y Katherine se giraron al mismo tiempo.
Cassian emergió de entre las sombras con la calma de quien nunca llega tarde. Su abrigo negro flotaba con un leve movimiento y sus pasos eran tan serenos como letales.
—Aunque, claro —añadió Cassian mientras se detenía frente a ellos—, también podrías haberla arrastrado a una cloaca. Sería más coherente con tu estilo.
Maverik apretó los puños.
Katherine sintió la tensión crujir entre ambos machos como si una chispa pudiera incendiar el aire. Pero Cassian solo la miraba a ella.
Como si lo demás fuera ruido.
Aquella mirada suya, hacía que cada parte de su cuerpo se tensara por completo y sintiera aquel extraño sentimiento inexplicable.
—¿Vienes a marcar territorio o solo a demostrar cuán patético te has vuelto aprovechándote de una hembra indefensa? —espetó Maverik con los ojos brillando de cólera.
Cassian sonrió, lento, felino.
—Patético sería perder algo que era tuyo y tener que verla ahora… tan hermosa, tan lejos de tu alcance. Huele