Los Alfas ya estaban reunidos, hombres y mujeres de porte salvaje y elegancia controlada. Cassian, en el centro, vestía de negro, con un abrigo largo que caía sobre sus hombros imponentes.
Cuando Katherine apareció en lo alto de las escaleras, la sala se quedó en silencio.
Todos los ojos se dirigieron hacia ella pero fue Maverik quien la vio primero.
Katherine sintió el golpe seco de su mirada.
Los murmullos comenzaron suaves, curiosos, cargados de deseo o envidia.
Pero ninguno importaba tanto como una sola mirada.
La de ese macho.
Él estaba al otro lado del salón, apoyado en una columna, con una copa en la mano. Cuando la vio, el cristal tembló levemente entre sus dedos. La mirada que le lanzó fue una mezcla de furia, incredulidad y algo mucho peor, anhelo.
Katherine sintió que el aire se le escapaba, pero siguió bajando sin parecer lo intimidada que se sentía.
Ella siempre había deseado que la mirara pero ahora esa mirada la llenaba de rabia contenida por el dolor que aún ardía en