El eco de su declaración resonó cargado de posesión, de instinto, de algo tan antiguo como un vínculo no completado. Su loba rugió en su interior, satisfecha, posesiva, mostrando los colmillos en una advertencia silenciosa que todos los presentes sintieron.
Era evidente.
Nadie podría luchar contra una conexión de compañeros, Kieran y Kian lo sabían de antemano pero aún así se quedaron congelados con los ojos azules abiertos en aturdimiento. Asher, por primera vez, perdió su silencio habitual, su mandíbula se tensó tanto que pareció crujir, la incredulidad y la furia mezclándose en su mirada.
Kieran había sospechado algo, lo había intuido en la confianza de ese macho, en la forma en que sus ojos se desviaban cuando hablaba retándola. Pero oírlo de los labios de su cachorra, esa declaración cruda y absoluta, fue un shock que lo golpeó inevitablemente.
Cassian detrás de ella, sintió una oleada de satisfacción y profunda recorrerle las venas, la clase de placer que no nace del ego, sin