Katherine despertó con el pecho agitado.
Ni siquiera había abierto los ojos, y ya sabía que Cassian no estaba.
"Perfecto..."
Su ausencia era tan abrumadora como su presencia.
"¿Desde cuándo me afecta que no esté?"
Recordó el rostro del macho, su voz grave, mirada afilada.
La forma en que hablaba como si supiera todo. La asustaba, pero también la atraía irremediablemente.
Se sentó despacio, el cabello cayéndole en ondas desordenadas sobre el rostro, el recuerdo del sueño aún latiendo en su mente como una advertencia.
"Si me quedo aquí por más tiempo... me olvidaré de quién soy."
Su pulso se aceleró.
Se incorporó despacio, sus piernas bajo las sábanas aún estaban temblando, deslizó las sábanas de su cuerpo y se sentó en el borde de la cama
"¿Qué carajos me está pasando?"
No lo dijo en voz alta.
Porque incluso su voz le sonaba distinta.
Más abrupta y atrevida.
No poseía esa dulzura de la que varios machos solían hablar haciendo la sonrojar.
Se sentía como si una parte de ella se estuvier