En el rostro de Vasil se dibujó una sonrisa que Adam no pudo comprender, le pareció que sabía algo que él no.
— ¿Por qué sonríe?
— Tienes mucho que aprender todavía chico, dime… ¿Hace cuánto tiempo que eres un Lycan.
La pregunta en voz alta le pareció peligrosa.
— Vamos, responde, aquí todos somos de la misma raza, no peligro en conversar y en que alguien nos escuche…
— ¿Todos, dice?
— Sí.
— ¿Así que hay más?
— ¿Pensabas que solo eran el pequeño mundillo que tiene el Alfa Dolph en el bosque?
— Si… no… quiero decir, sé que hay alguien más arriba a quien llaman el Jefe, y algunos grupos y manadas fuera de Canadá, pero…
— Pero las cosas no son como te las han mostrado Adam, ento