Como si esos días no hubiesen sido lo suficientemente caóticos, una vez más la presencia del abogado, erizó la piel d Lena. Esta vez su corazón latió con fuerza cuando observó al abogado romper el sobre sellado. Sus manos temblaron apenas, y aunque trató de mantenerse serena, la ansiedad le atravesaba el pecho. Kerem estaba sentado junto a ella, erguido en su sillón, con los dedos apoyados en el borde del reposabrazos. Su rostro no mostraba emoción alguna, solo esa frialdad imponente que lo caracterizaba, como si todo en él gritara control. Pero en el fondo estaba igual de impaciente.
Adrián desplegó las hojas con cuidado. El crujido del papel llenó el silencio de la sala.
—Señor Lancaster… —empezó, y después miró a Lena con un gesto leve, como si la incluyera también en la noticia—. El tribunal ha determinado que su entorno es seguro y adecuado. A partir de hoy, usted es el tutor legal de Lucía.
Lena soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo y llevó la mano a sus labios, ahog