Las primeras semanas de clases fueron un torbellino para Lena. De un aula a otra, con cuadernos nuevos y libros que parecían nunca acabar. Cada día aprendía algo distinto, nombres de materias, profesores, y el ritmo agitado de una universidad que la exigía más de lo que había imaginado. Pero ella era aplicada, atenta, y lo absorbía todo como una esponja. Era buena, demasiado buena, y los profesores lo notaban.
También lo notaban sus compañeros. Las miradas se le clavaban encima desde el primer día. Lena tenía esa belleza fresca, natural, que atraía sin proponérselo. Había sonrisas discretas, comentarios al pasar, pero el que más resaltaba entre todos fue Brad Hemsworth, el hijo del médico de Kerem. Brad era el chico más popular de la universidad: alto, atractivo, seguro de sí mismo, con una facilidad para hablar que lo hacía rodearse siempre de gente.
Una tarde, justo al salir de clases, se acercó a ella.
—No te había visto antes —le dijo con una sonrisa confiada—. Soy Brad. ¿Cuál e