Kerem escuchó en silencio.
Con las manos en los bolsillos del abrigo, los hombros tensos, y la mirada fija en Lena mientras ella hablaba frente a las chicas del internado.
Su voz temblaba, pero no se quebraba.
Por primera vez, Lena decía en voz alta lo que había callado durante tanto tiempo.
—No era mi culpa —dijo. Mientras sus dedos se aferraban al borde de su falda, y su garganta se movía con dificultad—. Por mucho tiempo pensé que sí lo era, que yo había hecho algo para que Marla me tratara así. Pero ahora lo sé. No está bien. No estaba bien lo que hizo con nosotras.
Un murmullo se extendió entre las alumnas. Nadie había hablado de eso. Nadie. Lo que ocurría en el internado era un secreto sellado entre las paredes, bajo amenazas, bajo miedo. Ni los padres sabían que Marla había sido llevada por la policía. Pero con esas palabras, todas comenzaron a murmurar, dejando caer la venda de sus ojos.
Lena respiró hondo. Comenzó a contar lo que Marla le hizo durante mucho tiempo, con un dolo