De vuelta a Londres
El médico ajustó la lámpara frente al rostro de Kerem y revisó con precisión cada movimiento de sus pupilas. Los destellos de luz lo obligaban a parpadear seguido, y aunque al principio era incómodo, había algo diferente esta vez.

—Siga mirando hacia arriba… ahora a la izquierda —indicó el doctor con voz calma.

Kerem obedeció, sintiendo la presión leve del aparato contra su mejilla.

El médico retrocedió un poco, bajando el instrumento. —Vamos a hacer otra prueba más, señor Lancaster. Quiero que observe este punto rojo en la pantalla —dijo mientras encendía un monitor frente a él—. No se esfuerce, deje que sus ojos lo sigan.

Kerem respiró hondo. Los primeros segundos solo percibió una neblina gris, una mezcla confusa de luces. Pero luego, muy lentamente, algo comenzó a definirse. El punto estaba ahí, moviéndose despacio de un lado a otro. Lo siguió con la mirada y sonrió.

—Bien —dijo el doctor sin disimular su satisfacción—. Eso es excelente. La retina está respondiendo mejor de l
Lunita Karo

Estamos de cumpleaños y a Lena le llegó el bastonsote de regalo. Las leo

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