Kerem presionó el discreto botón de bronce en el lateral de su escritorio. Era el medio por el que llamaba a Branwen sin necesidad de levantar la voz.
—Haz que Lena venga al despacho —ordenó con calma.
Pasaron apenas unos minutos y Lena apareció en la puerta del despacho con un paso inseguro y su gesto era el de alguien que no sabía si interrumpía o no. Oliver la vio primero y sonrió con naturalidad, poniéndose de pie por cortesía.
—Buenas tardes, Lena —dijo con un tono cordial y respetuoso.
Ella devolvió la sonrisa, con un “buenas tardes” un poco más bajo y algo tímida, luego avanzó unos pasos.
—Branwen dijo que me llamaste —soltó a Kerem.
Él giró el rostro hacia ella, reconociendo su voz de inmediato.
—Acércate —dijo con su voz grave.
Lena dio unos pasos rodeando el escritorio y cuando iba a colocarse a su lado, Kerem alargó una mano y la sujetó de la cintura con un gesto seguro, arrastrándola sin esfuerzo hasta sentarla sobre sus piernas. Ella abrió los ojos, sorprendida por el arr