Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl holograma se desvaneció, pero la voz del hombre, ese tono de calma depredadora, quedó suspendida en el aire helado de la Patagonia, más aterradora que cualquier aullido. Su aparición no había sido una simple amenaza; había sido una demostración de poder. Sabía quiénes eran. Sabía dónde estaban. La guerra que creían haber dejado atrás en el Santuario los había seguido hasta el fin del mundo.
Se quedaron los tres, inmóviles, en la entrada de la ruinosa cabaña de pastores, el eco de la amenaza —"Devuélvanme a mi espécimen"— resonando en sus mentes. El fuego, que antes era una fuente de calor, ahora parecía insuficiente contra el frío que se les había metido en el alma.Elio fue el primero en reaccionar. La sorpresa en su rostro fue reemplazada por una furia tan pura, tan concentrada, que pareció hacer






