Mundo ficciónIniciar sesiónEl túnel geotérmico era una garganta del infierno. El aire, espeso y sofocante, olía a azufre y a vapor de agua, un calor húmedo que se pegaba a la piel y dificultaba la respiración. Se movían a tientas, en una oscuridad casi total, rota solo por el débil resplandor de las escamas de Mar y el brillo animal de los ojos de Elio.
Elio iba delante, su cuerpo herido protestando con cada paso, pero su instinto de Alfa guiándolos por el laberinto de tuberías y vapor. Llevaba a Cata, que se había desmayado por el miedo, cargada sobre un hombro como si fuera un saco de plumas. Su fragilidad era un recordatorio constante de la nueva y extraña responsabilidad que había caído sobre él.Mar iba detrás, actuando como retaguardia. Estaba agotada, el despliegue de poder para detener la puerta la había dejado vacía, pero la adrenalina la mantenía en pie. Escuchaba.






